Es importante saber que se estima que alrededor de un 15% de las personas con diabetes desarrollarán lesiones y úlceras en el contexto de pie diabético a lo largo de la vida. La importancia de estas lesiones es que, en un 85% de las amputaciones no traumáticas, ha habido anteriormente una úlcera. Por estos motivos, es importante la prevención y tratamiento precoz de las lesiones de pie diabético y sus causas.
El pie diabético es una alteración clínica de causa neuropática (alteración de la sensibilidad nerviosa) en contexto de hiperglucemia mantenida que asocia o no un componente de isquemia arterial, y que acaba produciendo una lesión o ulceración del pie. En relación con el mismo, hay que definir varios aspectos: polineuropatía diabética, enfermedad vascular periférica e infecciones asociadas.
La polineuropatía diabética es una alteración de los nervios largos generalmente de los miembros inferiores y superiores. Suele ser simétrica. En primer lugar, hay una alteración de la sensibilidad: puede estar disminuida la percepción del dolor, de la temperatura, del tacto o de la vibración.
En este contexto, los traumatismos pueden pasar desapercibidos. Además puede haber alteración en la distribución de las presiones o cargas en las plantas de los pies. Todo ello, puede conducir al desarrollo de hiperqueratosis (durezas) y finalmente ulceración. Por otro lado, puede haber sensación de ardor, hormigueo (parestesias), dolor ante mínimos estímulos (disestesias). La distribución es inicialmente distal, empezando por los dedos de los pies, progresa hacia las plantas, y finalmente en todo el pie (distribución “en calcetín”) puede llegar hasta las rodillas.
La enfermedad vascular periférica se produce por disminución del calibre arterial. Además de la diabetes influye el tabaquismo, la hipertensión y la hipercolesterolemia. En primer lugar puede ser asintomático y, posteriormente, progresar hacia alteraciones en miembros inferiores como frialdad, hormigueos, calambres, etc. Puede producirse la llamada “claudicación intermitente” que es la presencia de dolor a nivel de pantorrillas que se desencadena con el ejercicio o al caminar y mejora en reposo. Pueden acabar produciéndose úlceras por isquemia arterial (irrigación arterial disminuida).
Además, en las personas con un mal control de su diabetes e hiperglucemia mantenida existe una mayor predisposición a tener infecciones. Las úlceras anteriormente descritas pueden sobreinfectarse, agravando el cuadro y, si se complican con necrosis, gangrena o falta de irrigación, pudiendo conducir a la amputación.
Importancia del control
Para prevenir estas complicaciones es importante tener un adecuado control de la diabetes. Realizar revisiones periódicas con el especialistas (podólogo, unidad de diabetes…) en la que se valoren posibles deformidades, lesiones de los pies, alteraciones en el pulso, alteración en la sensibilidad mediante exploración con monofilamento, diapasón, exploración de sensibilidad táctil, dolorosa, temperatura así como reflejos osteotendionosos. Por otro lado, para la valoración arterial es importante el cálculo de un parámetro llamado índice tobillo-brazo (toma de presión arterial- doppler en tobillo y brazo).
De forma individual, es muy importante el cuidado diario de los pies. Como puede haber una pérdida de sensibilidad, para detectar posibles lesiones es importante la inspección visual de los mismos: observar que no haya presencia de heridas, callosidades ni zonas de fricción. Mantener una adecuada higiene mediante lavado, secado e hidratación de los pies. Evitar caminar descalzo. Asegurar el uso de calcetines y calzado adecuado así como la necesidad, en caso de indicarlo un especialista, de plantillas de descarga.
Para cualquier duda sobre diabetes, consulte siempre con su profesional sanitario.
Dra. Mª Ángeles Velez
Médico Especialista Endocrinología y Nutrición
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